La llegada del ministro Longueira ha impuesto una orientación declarada hacia la libre competencia, los consumidores y las pequeñas empresas (EMT). En la globalidad se observa que las actuales autoridades destinan más de su tiempo a analizar la situación de las EMT y, como resultado, ya han sido evacuadas iniciativas concebidas para dar algún respiro al sector.
Sin embargo, en las intenciones, tanto de la autoridad económica como del ejecutivo y el parlamento, aún se observa una considerable distancia con la EMT REAL. Aquella que lucha denodadamente por sobrevivir, pagar sus impuestos y proveedores, cancelar oportunamente salarios y obligaciones previsionales, patentes municipales, impuesto territorial, derechos de propaganda, permisos sanitarios, autorizaciones ambientales, impuesto de timbres y estampillas (en caso de curse de créditos), y un aún más nutrido inventario de "obligaciones".
¿Y de la innovación, la creatividad, ideas nuevas, nuevos productos, servicios atractivos, capital humano, entrenamiento, capacitación, tecnología, procesos?...apenas queda tiempo para pensarlo o tocarlo tangencialmente los fines de semana familiares en el brainstorming del café de la sobremesa.
Y por si esto no fuera poco, los agoreros ya anuncian alzas de tasas por los efectos del proyecto de ley que cambia función y uso de la información comercial (mal adjetivada Dicom), cosa que los bancos no desmienten ni pronuncian vocablo.
En el mismo plano, la modificación a la ley de salas cuna amenaza con una "nueva obligación" y, que duda cabe, un nuevo costo que hunde a la EMT, aún más, bajo su línea de flotación. Son cientos de miles las empresas que se encuentran en el rango de hasta 20 trabajadores, y que con este "viento en contra" deberán capear los oscuros nubarrones que se avecinan.
¡Basta ya! El Estado de Chile debe emprender una profunda reforma que potencie a las EMT, con el objeto de ser las naves insignia del desarrollo en los próximos 40 años. Más allá de consideraciones coyunturales (el famoso gobierno de turno) es necesario que el país todo, la nación chilena, se de -de una vez por todas- una robusta y poderosa carta de navegación que asegure que Chile sea líder global hacia 2050, en aquellas actividades para las que tenemos ventajas y para aquellas en que hemos invertido tiempo y recursos en la formación de capital humano y de las condiciones que permitan el vuelo de prósperos emprendimientos. Chile entero abocado a esta tarea. Todos podrán tocar las oportunidades. Ya no será viable que el 5% sea el censor, timonel y navegante de Chile, será necesaria una nueva cultura, una nueva concepción, un nuevo Chile. Un Chile de todos y para todos, en que en realidad sea "fértil provincia señalada..."
Parece ser que mientras más iniciativas "pro-pyme" más flancos "anti-pyme" se abren. Esto es por no contar con más cerebros-experimentados-conocedores de la realidad EMT que participen en la concreción de proyectos. La EMT sigue sintiendo, como hace décadas, que está en boca de todos y en manos de nadie. Aún siente que duerme con el enemigo, ojalá el Pacto Nacional por el Desarrollo (que hemos propuesto) se haga realidad y construyamos un grandioso país en las próximas décadas.
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